Se prohíbe el cante

En un tiempo no tan lejano, en cientos de tabernas andaluzas todavía se podía leer un cartel que decía "Se prohíbe el cante". La raíz –la herramienta de batalla, como diría Juan de Loxa–, el quejío de la calle, la emoción que no atendía a modas ni esperaba aplausos, era el flamenco que sencillamente ocurría, que latía. De esta idea como generadora de creación surgió el motivo para que un percusionista flamenco atípico y una bailaora inquieta se embarcaran en un concierto de cante silenciado que golpea y baila. Simplemente porque nos conmueve, nos mueve.

Artista versátil, formada en danza clásica y española, Leonor Leal encontró en el flamenco el mejor vehículo para desarrollar sus inquietudes creativas. En 2008, después de trabajar en compañías como la de Antonio "El Pipa", Andrés Marín o el Ballet Flamenco de Andalucía, con dirección de Cristina Hoyos, Leal se lanzó a coreografiar en solitario y a bailar sobre propuestas propias.